lunes, 23 de marzo de 2015

PALABRAS DE HAILE SELASSIE I: EN LA SOCIEDAD (LIGA) DE NACIONES (Junio, 1936, Ginebra, Suiza), LAS NACIONES UNIDAS (6 de Octubre, 1963, New York, U.S.A.)


Llamado a la Liga de Naciones 


"Yo, Haile Selassie  I, Emperador de Etiopia, estoy aquí hoy para reclamar la justicia que se le debe a mi pueblo, y la asistencia prometida ocho meses atrás, cuando cincuenta naciones afirmaron la agresión cometida en violación de tratados internacionales.

No hay precedentes para una cabeza de estado en persona hablando a esta asamblea. Pero tampoco hay precedentes para un pueblo el ser victimas de tal injusticia y ante la presente amenaza de ser abandonados a su agresor.

También, nunca ha habido anteriormente un ejemplo de un procedimiento gubernamental para la sistemática exterminación de una nación por medios bárbaros, en violación a las mas solemnes promesas hechas por las naciones de la tierra de que no será usada contra inocentes seres humanos el terrible veneno de gases dañinos. Es para defender a un pueblo que lucha por su ancestral independencia por lo que la cabeza del Imperio Etiope ha venido a Ginebra para cumplir este supremo deber, después de haber peleado él mismo a la cabeza de sus ejércitos.

Yo le ruego al Todopoderoso Dios que Él le evite a las naciones el terrible sufrimiento que recientemente ha sido infligido sobre mi pueblo, y del cual los jefes que me acompañan aquí han sido horrorizados testigos. Es mi deber informar a los gobiernos ensamblados en Ginebra, responsables como lo son por la vida de millones de hombres, mujeres y niños, del mortal peligro que los amenaza, por describir el destino que ha sido sufrido por Etiopia. No es solo contra guerreros que el gobierno italiano ha hecho guerra. Fue sobre todo atacada la población distante de las hostilidades, en orden de aterrorizarla y exterminarla.

En el comienzo, sobre el final de 1935, la aviación italiana lanzó sobre mis ejércitos bombas de gas lacrimógeno. Su efecto era pequeño. Los soldados aprendieron a dispersarse, esperando hasta que el viento haya dispersado rápidamente el venenoso gas. La aviación italiana recurrió entonces al gas mostaza. Barriles de liquido eran arrojados sobre grupos armados. Pero este medio tampoco fue efectivo, el liquido afectaba solo unos pocos soldados, y los barriles sobre la tierra eran de por si un aviso a las tropas y a la población del peligro.

Fue en ese tiempo, cuando las operaciones para rodear Makalle estaban tomando lugar, que la Comandancia Italiana, temiendo una masacre, siguió el procedimiento que es ahora mi deber denunciar al mundo. Rociadores especiales fueron instalados abordo de los aviones para que puedan vaporizar, sobre vastas áreas de territorio, una fina, mortal lluvia. Grupos de nueve, quince, dieciocho aviones siguiendo uno a otro para que la niebla expedida por ellos forme una continua capa. Fue así que, desde el fin de Enero de 1936, soldados, mujeres, niños, ganado, ríos, lagos y pasturas eran empapados continuamente con la lluvia mortal. En orden de matar sistemáticamente toda criatura viviente, en orden de asegurarse el envenenamiento de aguas y pasturas, la Comandancia Italiana hacia pasar estos aviones una y otra ves. Este fue su método principal de guerra.

Destrucción y terror

El verdadero refinamiento del barbarismo consistía en llevar desolación y terror dentro de la mas densamente poblada parte del territorio, a los puntos mas alejados de la escena de hostilidades. El objetivo era dispersar miedo y muerte sobre una gran parte del territorio Etíope. Esta temerosa táctica fue exitosa. Hombres y animales sucumbieron. La mortal lluvia que caía de los aviones hacia que todos los que eran tocados caigan chillando de dolor. Todos los que bebieron el agua envenenada o comieron la comida infestada también sucumbieron en gran sufrimiento. En decenas de miles, las victimas del gas mostaza italiano caían. Esto es en orden para denunciar al mundo civilizado las torturas infligidas sobre el pueblo de Etiopía que Yo resolví venir a Ginebra. Ningún otro como Yo mismo y mis bravos compañeros en armas pueden brindar a la Liga de Naciones la indelegable prueba. Las apelaciones de mis delegados dirigieron a la Liga de Naciones han quedado sin ninguna respuesta, mis delegados no han sido testigos. Ese es el porque Yo decidí venir para testificar contra los crímenes perpetuados contra mi pueblo y dar a Europa una advertencia de la condena que les espera si no cede antes de que esta realidad se plasme.

 ¿Es necesario recordar a la asamblea los distintos escenarios del drama Etiope? Desde los pasados veinte años, como Heredero, Regente del Imperio, o como Emperador, nunca deje de usar todos mis esfuerzos para traer a mi país los beneficios de la civilización, y en particular de establecer  relaciones de buenos vecinos con los poderes adyacentes. En particular fui exitoso en concluir con Italia el Tratado de Amistad de 1928, que prohíbe absolutamente el recurso, bajo ningún pretexto que sea, de usar armas, sustituyendo la presión y la fuerza por la conciliación y arbitrio en lo que las naciones civilizadas basan el orden internacional.

País más unido

En su reporte del 5 de octubre de 1935, el Comité de lo Trece reconoció mi esfuerzo y los resultados que he alcanzado. Los gobiernos por los que Etiopía entró en la Liga, dándole al país una nueva garantía del mantenimiento de su independencia y integridad territorial, que la ayudaría a alcanzar un nivel mas elevado de civilización. No parece ser que en Etiopía haya mas desorden e inseguridad que en 1923. Por el contrario, el país es mas unido y el poder central es mas obedecido.

Hubiese procurado aún mas grandes resultados para mi pueblo si obstáculos de todo clase no hubiesen sido puestos en el camino por el Gobierno Italiano, gobierno que despertó revueltas y armó a los rebeldes. De hecho el Gobierno de Roma, como hoy abiertamente se proclama, nunca ha dejado de prepararse para la conquista de Etiopía. Los tratados de amistad que firmó conmigo no eran sinceros, su único objeto era el de esconder las reales intenciones de mi. El Gobierno Italiano afirma que por catorce años ha estado preparándose para su presente conquista. Esto también muestra que cuando sostuvo la admisión de Etiopía a la Liga de Naciones en 1923, cuando concluyó el Tratado de Amistad en 1928, cuando firmo el Pacto de París proscribiendo la guerra, estaba engañando al mundo entero. Al Gobierno Etíope, en estos solemnes tratados, se le dio garantías adicionales de seguridad que le permitiera progresar junto al camino específico de reformas en el cual se había asentado, para el cual entregaba todas sus fuerzas y todo su corazón.

 El pretexto de Wal-Wal 

El incidente de Wal-Wal, en diciembre, 1934, vino como un rayo hacia mi. La provocación italiana fue obvia y Yo no vacilé a apelar a la Liga de Naciones. Yo invoqué las previsiones del tratado de 1928, los principios de la Convención, impulsé los procedimientos de conciliación y arbitrio. Infelizmente para Etiopía era el tiempo cuando determinados Gobiernos consideraron que la situación europea hacia imperativo a todo costo obtener la amistad de Italia. El precio pagado era el abandono de la independencia de Etiopía a la codicia del Gobierno Italiano. Este acuerdo secreto, contrario a las obligaciones de la Convención, ha ejercido una gran influencia en el curso de los acontecimientos. Etiopía y el mundo entero han sufrido y todavía sufren hoy estas desastrosas consecuencias.

Esta primer violación de la Convención fue seguida por muchas otras. Sintiéndose animados en su política contra Etiopía, el Gobierno de Roma fervorosamente hizo preparativos de guerra, pensando que las concertadas presiones que estaban empezando a ejercer sobre el Gobierno Etíope, a lo mejor no conlleven la resistencia de mi pueblo a la dominación italiana. El tiempo llegó, así todo tipo de dificultades fueron puestas en el camino en vista de romper con el procedimiento de conciliación y arbitrar. Todo tipo de obstáculos fueron puestos en el camino de este procedimiento. Gobiernos trataron de prevenir al Gobierno de Etiopía de encontrar árbitros entre sus naciones: y una vez que el tribunal arbitral fue armado la presión fue ejercida para que un otorgamiento favorable para Italia fuera dado. Todo esto era en vano: los árbitros, dos de ellos eran oficiales italianos, fueron forzados a reconocer unánimemente que en el incidente de Wal-Wal, como en los siguientes incidentes, ninguna responsabilidad internacional se le atribuía a Etiopia.

 Esfuerzos de paz

Siguiendo esta determinación, el Gobierno de Etiopía sinceramente pensó que una Era de relaciones amistosas se había abierto con Italia. Yo realmente ofrecí mi mano al Gobierno Romano. La Asamblea fue reportada por el Comité de los Trece, con fecha de Octubre 5, 1935, de los detalles de los eventos ocurridos después del mes de Diciembre, 1934, hasta Octubre 3, 1935. Es suficiente con que Yo cite un poco del reporte No. 24, 25 y 26: "El memorando italiano (conteniendo las quejas hechas por Italia) fue dejado sobre la mesa del Consejo en Septiembre 4, 1935, cuando la primera apelación de Etiopía al Consejo había sido hecha en Diciembre, 1934. En el intervalo entre estos dos días el Gobierno Italiano se opuso a lo cuestionado por el Consejo en un terreno en donde el único procedimiento adecuado era el previsto por el Tratado Italo-Etíope de 1928. A lo largo de todo este periodo, además, el despacho de tropas al Este de África estaba ocurriendo. Este transporte de tropas era presentado al Consejo por el Gobierno Italiano como necesario para la defensa de sus colonias amenazadas por las preparaciones de Etiopía. Etiopía, por el contrario, prestó atención al pronunciamiento oficial hecho en Italia el cual, en su opinión, no dejaba dudas "de las hostiles intenciones del Gobierno Italiano.

Desde el comienzo de la disputa, el Gobierno Etiope ha buscado un arreglo por medios pacíficos. Ha apelado a los procedimientos de la Convención. El Gobierno Italiano deseando mantener estrictamente los procedimientos del Tratado Italo-Etiope de 1928, el Gobierno Etiope consintió. Invariablemente indico que fielmente acataría la fallo arbitral, inclusive si la decisión fuese en su contra. Se acordó que la cuestión de posesión de Wal-Wal no se trate con árbitros, porque el Gobierno Italiano no estaría de acuerdo con esto. Se le pidió al Consejo que despache observadores neutrales y se ofreció a si mismo a prestar cualquier solicitud que el Consejo tenga.

Una vez que la disputa por Wal-Wal fue asentada por arbitraje, así todo, el gobierno italiano presento su memorando en detalle al Consejo para apoyar su demanda de libertad de acción. Este afirma que un caso como el de Etiopia no puede ser resuelto por los medios propuestos por la Convención. Establece que, "desde que esta cuestión afecta vitales interese y es de primer importancia para la seguridad Italiana y la civilización" esto "faltaría a su mas elemental deber, el no dejar de una y para siempre de confiar en Etiopia, reservando libertad absoluta para adoptar cualquier medio que sea necesario para asegurar la seguridad de sus colonias y para salvaguardar sus intereses."

 Violación de la Convención 

Estos fueron los términos del reporte de el Comité de los Trece, el Consejo y la Asamblea, unánimemente adoptaron la conclusión de que el Gobierno Italiano había violado la Convención y estaba en un estado de agresión. Yo no vacile en declarar que no deseaba la guerra, que era impuesta sobre mi, y que pelearía por la independencia e integridad de mi pueblo, y que en esa pelea Yo era el defensor de la causa de todos los pequeños estados expuestos a la codicia de un vecino poderoso.

En Octubre, de 1935, las cincuenta y dos naciones que hoy me están escuchando me aseguraron que el agresor no triunfaría, que los recursos de la Convención serían empleados para asegurar el reinado del derecho y el fracaso de la violencia.

Yo le pido a las cincuenta y dos naciones que no se olviden de la política en la que se embarcaron ocho meses atrás , confiando en esto Yo dirigí la resistencia de mi pueblo contra el agresor que ellos han denunciado al mundo. A pesar de la inferioridad de mis armas, la completa falta de aviones, artillería, municiones, servicios hospitalarios, mi confianza en la Liga fue absoluta. Pensé que era imposible para cincuenta y dos naciones, incluyendo la mas poderosa del mundo, tendría éxito al oponerse a un solo agresor. Contando con la confianza en los tratados, no hice preparativos para la  guerra, y este es el caso con ciertos pequeños países en Europa.

Cuando el peligro se hizo más urgente, me di cuenta de la responsabilidad para con mi pueblo, durante los primeros seis meses de 1935 traté de adquirir armamentos. Muchos gobiernos proclamaron un embargo para prevenir este hecho, sin embargo el Gobierno Italiano, a través del Canal de Suez, estaba teniendo todas las facilidades para transportar constantemente y sin protestas, tropas, armas y municiones.

 Forzado a movilizarme

En Octubre 3 de 1935, las tropas italianas invadieron mi territorio. Solo unas horas después decreté movilización general. En mi deseo de mantener la paz que tenía, siguiendo un ejemplo de un gran país de Europa en la víspera de la Gran Guerra, encause mis tropas para retirarlas treinta kilómetros para remover cualquier pretexto de provocación.

La guerra entonces tubo lugar en las atroces condiciones que he mencionado anteriormente a la Asamblea. En esta desigual lucha entre un gobierno comandando mas de cuarenta y dos millones de habitantes, teniendo a su disposición financiera, industrial y medios técnicos que lo habilitan para crear una ilimitada cantidad de las mas mortales armas, y, por el otro lado, una pequeña gente de veinte millones de habitantes, sin armas, sin recursos, teniendo solo de su lado la justicia de su propia causa y la promesa de la Liga de Naciones. ¿Qué asistencia real fue dada a Etiopía por las cincuenta y dos naciones que habían declarado al Gobierno de Roma culpable de una violación de la Convención y se ha responsabilizado por prevenir el triunfo del agresor? ¿Ha, cada uno de los estados miembros, como es su deber hacer en virtud de sus firmas, atendido al articulo 15 de la Convención, considerando al agresor que ha cometido un acto de guerra directa y personalmente contra esta? He puesto todas mis esperanzas en la ejecución de esta empresa. Mi confianza ha sido confirmada por las repetidas declaraciones hechas en el Concejo en efecto de que la agresión no prosperará, y la fuerza finalizará siendo completamente desplazada ante el derecho.

En Diciembre de 1935, el Consejo dejo bien claro que sus sentimientos eran en armonía con aquellos miles de millones de personas que, en todas partes del mundo, han protestado contra la propuesta de desmembrar Etiopía. Era constantemente repetido de que no había simplemente un conflicto entre el Gobierno Italiano y la Liga de Naciones, y por ello es que Yo personalmente rechacé todas las propuestas a mi ventaja personal hechas a mi por el Gobierno Italiano, si solo estaría traicionando a mi pueblo y a la Convención de la Liga de Naciones; Yo estaba defendiendo la causa de todas las pequeñas personas que son tratadas con opresión.

 ¿Qué de las promesas?

¿Qué ha pasado con las promesas que me fueron hechas hasta Octubre de 1935? Noto con pena, pero sin sorpresa, que tres Potencias consideraron su parte bajo la Convención absolutamente sin ningún valor. Sus conexiones con Italia les impedía tomar alguna acción de cualquier orden para parar la agresión italiana. Por el contrario, fue una profunda decepción para mí el aprender la actitud de ciertos gobiernos que, mientras siempre protestaban con escrupuloso apego a la Convención, incansablemente usaban todos sus esfuerzos para impedir su observancia. Tan pronto como cualquier acción que era probable implementar rápidamente era pospuesta, varios pretextos eran concebidos en orden de posponer las acciones a consideración. ¿El acuerdo secreto de Enero de 1935 proporciona esta incansable obstrucción?

El Gobierno Etíope nunca esperó de otro gobierno para derramar la sangre de sus soldados para defender la Convención cuando sus propios inmediatos personales intereses no estaban en juego. Los guerreros etíopes pedían solo por medios para defenderse ellos mismos. En muchas ocasiones he pedido por asistencia financiera para el aprovisionamiento de armas. Esta ayuda me fue constantemente negada. ¿Cuál, entonces, en practica, es el significado del articulo 16 de la Convención y de seguridad colectiva?

El uso del Gobierno Etíope de las vías férreas desde Djibouti a Addis Ababa fue en practica considerado un arriesgado intento de transporte de armas por las fuerzas Etíopes. Al presente momento esto es lo principal, si no el único medio de suministro de las Fuerzas de Ocupación Italiana, pero no hay siquiera neutralidad desde que el articulo 16 pesa sobre todo estado miembro de la Liga, el deber no de permanecer neutral y no ayudar al agresor sino a la victima del agresor. ¿Ha sido la Convención respetada?

Finalmente una declaración acaba de ser hecha en sus Parlamentos por los Gobiernos de ciertos Poderes, entre ellos los miembros mas influyentes de la Liga de Naciones, que desde que el agresor a tenido éxito en ocupar una gran parte del territorio de Etiopía ellos proponen no continuar con la aplicación de ninguna medida económica y financiera que haya sido decidida en contra del Gobierno Italiano. Estas son las circunstancias en que a petición del Gobierno Argentino, la Asamblea de la Liga de Naciones se reúne a considerar la situación creada por la agresión Italiana. Yo afirmo que el problema presentado en la Asamblea hoy es de mayor envergadura. Esta no es una mera cuestión de acuerdo a la agresión Italiana.

La amenaza de la Liga

Es para la seguridad colectiva: esta es la verdadera existencia de la Liga de las Naciones. Esta es la confianza que cada estado debe poner en los tratados internacionales. Este es el valor de las promesas hechas a estados pequeños que su integridad y su independencia deben ser respetada y asegurada. Este es el principio de igualdad de los estados por un lado, o de otra manera la obligación que descansa sobre los poderes pequeños de aceptar el enlace de esclavitud. En una palabra, es la moralidad internacional la que está en riesgo. ¿Las firmas que van con los tratados valen sólo si los poderes signatarios tienen intereses personales directos e inmediatos comprometidos?

No sutilmente puede cambiar el problema o evadir las bases de la discusión. Es con toda sinceridad que presento estas consideraciones a la Asamblea. En el momento que mi pueblo está amenazado con la extinción, cuando el apoyo de la Liga puede proteger el golpe final, ¿Se me permitirá hablar con completa franqueza, sin ninguna reticencia, y con toda la derechura que se demanda por el gobierno de la igualdad como es con los miembros de estados de la Liga?

Aparte del reino del Señor no hay en la tierra ninguna nación que sea superior a otra. Y si ocurre que un gobierno fuerte encuentra que puede destruir con impunidad a pueblos débiles, entonces la hora ha llegado para que los pueblos débiles recurran a la Liga de las Naciones para dar su juicio con toda la libertad. Dios y la Historia recordarán su juicio.

La asistencia negada

He oído con seguridad que las sanciones inadecuadas que ya se han aplicado no han alcanzado su objetivo. En ningún momento, y bajo ninguna circunstancia, ninguna sanción que haya sido intencionalmente inadecuada, intencionalmente mal aplicada, puede parar el agresor. Cuando Etiopía pidió y pidió que se le debía dar asistencia financiera, ¿No fue una medida imposible de aplicar, pues la asistencia financiera que recibe la Liga de las Naciones incluso en el tiempo de paz, ha venido de dos países que exactamente han renunciado aplicar las sanciones en contra del agresor?

Afrontados por numerosas violaciones por el gobierno italiano de todos los tratados internacionales que prohíbe el uso de las armas, y el uso de métodos barbáricos de guerra, es mi deber doloroso de anotar que la iniciativa se ha tomado hoy con la visión de levantar las sanciones. ¿Esta iniciativa no indica en práctica el abandonamiento de Etiopía a su agresor? En la misma víspera del día que Yo estaba atentando el esfuerzo supremo en defensa de mi pueblo ante de esta Asamblea, ¿esta iniciativa no priva a Etiopía de una de las últimas posibilidades de triunfar en la obtención del apoyo y la garantía de los miembros de estados? ¿Es esta la guía que la Liga de las Naciones y cada uno de los miembros de estados tienen derecho a esperar de los grandes poderes cuando ellos aseguran su derecho y su deber de guiar la acción de la Liga? Puestos frente a frente con la realidad consumada, ¿los estados van a principiar el precedente de inclinarse ante la fuerza?

Vuestra Asamblea sin ninguna duda presentaría delante de esta, proposiciones para la reformar el Pacto y para ejecutar con más garantías la seguridad colectiva. ¿Es el Pacto lo que necesita reforma? ¿Que empresas pueden tener valor si la voluntad de mantenerlas escasea? Es la moralidad internacional la que está expuesta y no los Artículos del Pacto. De parte del pueblo Etíope, miembro de la Liga de las Naciones, Yo le hago la petición a la Asamblea de que tome todas las medidas apropiadas para asegurar el respeto al Pacto. Yo renuevo mi protesta en contra de las violaciones de los tratados en lo cual el pueblo Etíope ha sido víctima. Yo declaro cara a cara al mundo entero de que el Emperador, el Gobierno y el pueblo de Etiopía no hará reverencias ante la fuerza; y que ellos mantienen su reclamo de que ellos usarán todos los medios en su poder para asegurar el triunfo de la justicia y el respeto al Pacto.

 Yo le pregunto a las 52 naciones, quienes le han dado al pueblo Etíope la promesa de ayudarlos en su resistencia al agresor, que desean ellos hacer por Etiopía? Y aquellos grandes Poderes quienes han prometido la garantía de la seguridad colectiva a los pequeños Estados sobre los cuales pesa la amenaza de que ellos un día puedan sufrir el destino de Etiopía, Yo pregunto ¿que medidas ustedes intentan tomar?

Representantes del Mundo Yo he venido a Ginebra a descargar en vuestro seno el deber más doloroso como Jefe de Estado. ¿Qué respuesta debo llevarle de regreso a mi pueblo?".


Su Majestad Imperial Emperador Haile Selassie I

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 Discurso ante las Naciones Unidas 


"Señor Presidente, distinguidos delegados: hace veintisiete años, como Emperador de Etiopía, subí a la tribuna en Ginebra, Suiza, para dirigirme a la Liga de Naciones y solicitar una ayuda para la destrucción que había sido desenlazada, por el invasor fascista, contra mi nación indefensa.

Entonces hablé a y para la conciencia del mundo. Mis palabras no fueron escuchadas, pero la historia es testimonio de la exactitud de la advertencia que diese en 1936.

Hoy me encuentro ante la organización mundial que ha tenido éxito por la fachada abandonada dejada por su predecesor desacreditado. En este organismo se encuentra protegido el principio de la seguridad colectiva que en vano invoque en Ginebra. Aquí, en esta Asamblea, descansa la mejor - tal vez la última - esperanza para la supervivencia pacifica de la humanidad.

En 1936, declaré que no era la Alianza de la Liga lo que se encontraba en juego, sino la moralidad internacional. Promesas, dije entonces, son de poco valor si se carece de la voluntad para mantenerlas.

La Carta de las Naciones Unidas proclama las aspiraciones más nobles del hombre: la renuncia a usar la fuerza para solucionar las diferencias entre estados; la garantía de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales para todos sin distinción de raza, sexo, idioma o religión; la protección de la paz y seguridad internacional.

Pero estas, también, como eran las frases de la Alianza, eran solo palabras; su valor dependía totalmente de nuestra voluntad para cumplirlas y honrarlas y darles contenido y significado.

La conservación de la paz y la garantía de la libertades y los derechos básicos del hombre requieren un valor y vigilancia continua: valor para hablar y actuar -y si es necesario, para sufrir y morir- por la verdad y la justicia; la vigilancia continua, que aún la menor violación de la moralidad internacional debe ser detectada y corregida. Estas lecciones deben ser aprendidas una y otra vez por cada generación futura, y esa generación es en efecto afortunada si aprende de los otros antes que de su propia amarga experiencia. Esta Organización y cada uno de sus miembros tiene una responsabilidad aplastante y temible: absorber la sabiduría de la historia y aplicarla a los problemas actuales, a fin de que las futuras generaciones puedan nacer, vivir y morir en paz.

La historia de las Naciones Unidas durante los cortos años de su existencia ofrece a la Humanidad una base sólida de estímulos y esperanza para el futuro. Las Naciones Unidas han osado actuar, cuando la Liga no lo hizo - en Palestina, Corea, Suez y el Congo. Hoy entre nosotros no se encuentra nadie que no haga conjeturas sobre la reacción de esta entidad cuando se puso en duda sus motivos y acciones. La opinión de esta organización hoy actúa como una poderosa influencia sobre las decisiones de sus miembros. Los ojos de la opinión mundial, enfocados por las Naciones Unidas en las violaciones de los renegados de la sociedad humana, han demostrado ser, hasta ahora, una protección eficaz contra la agresión desenfrenada y la violación ilimitada de los Derechos Humanos.

Las Naciones Unidas continua siendo como un foro en donde las naciones cuyos intereses chocan, puedan presentar sus casos ante la opinión mundial. Todavía facilita una importante válvula de escape sin la cual el lento crecimiento de las presiones, desde hace mucho tiempo, han resultado en catastróficas explosiones. Sus acciones y decisiones han acelerado el éxito de la libertad para muchos pueblos en el Continente de África y Asia. Sus esfuerzos han contribuido al progreso de las condiciones de vida de los pueblos de todas partes del mundo.

Por esto, todos los hombres deben estar agradecidos. Mientras me encuentro aquí hoy, qué débil y distante, son los recuerdos de 1936. Cuan diferentes son en 1963 las actitudes de los hombres. En aquel entonces nos encontrábamos en una atmósfera de un pesimismo sofocante. Hoy, cauteloso pero un optimismo triunfante es el espíritu predominante.

Pero cada uno de nosotros reunidos aquí sabe que lo que se ha logrado no es suficiente. Los fracasos de las Naciones Unidas han sido y continúan sujetos a la frustración, a medida que Estados-Miembros individuales han ignorado sus pronunciamientos y desestiman sus recomendaciones. La fuerza de la organización se ha debilitado a medida que Estados-Miembros han eludido sus obligaciones para con ella. La autoridad de la Organización ha sido ridiculizada a medida que Estados-Miembros han continuado, en violación de sus mandatos, buscando sus propios objetivos y fines. Los problemas que continuaron plagándonos, todos aparentemente surgieron entre Estados-Miembros de la Organización, pero la Organización continúa impotente para hacer cumplir las soluciones aceptables. Como creador y ejecutor de la leyes internacionales, lo que las Naciones Unidas ha logrado, lamentablemente, todavía no cumple con las metas de ser una Comunidad Internacional de Naciones.

Esto no significa que las Naciones Unidas ha fracasado. He vivido demasiado tiempo para abrigar muchas ilusiones acerca de la arrogancia esencial de los hombres cuando se les exige una confrontación autoritaria ante el tema del control sobre su seguridad y derechos de propiedad. Ni siquiera ahora, cuando hay tanto en peligro, las naciones confiarían voluntariamente sus destinos en otras manos.

Sin embargo, este es el ultimátum que nos han presentado: asegurar las condiciones por las que el hombre confiará su seguridad a una entidad más grande, o arriesgar su aniquilación; persuadir a los hombres que su salvación consiste en la subordinación de los intereses locales e internacionales a los intereses de la humanidad o poner en peligro el futuro del hombre. Estos son los objetivos que debemos tratar de alcanzar, inalcanzables en el pasado, hoy indispensables.

Hasta que logremos alcanzar este objetivo, el futuro de la humanidad continua en peligro y la paz permanente un asusto de especulación. No existe una sola formula mágica, ni un solo paso simple, ni palabras, ya sea escrita en la Carta de la Organización o en el tratado entre los estados, que automáticamente nos puede garantizar lo que buscamos. La paz es un problema diario, el producto de una multitud de eventos y opiniones. La paz no es un "es", es un "llegar a ser". No podemos escapar a la terrible posibilidad de una catástrofe debido a un error. Pero podemos tomar las decisiones correctas en un sin fin de problemas subordinados, que cada nuevo día se plantean, y podemos de este modo hacer nuestra contribución - y tal vez lo que pueda ser razonablemente exigido de nosotros en 1963 - para conservar la paz.

Es aquí que las Naciones Unidas nos han ayudado - no perfecta pero convenientemente. Y al mejorar las posibilidades que la Organización nos brinde un mejor servicio, servimos y nos acercamos más a nuestras metas más queridas.

Brevemente mencionaré hoy dos asuntos específicos que son de honda preocupación para todos los hombres: el desarme militar y el establecimiento de la verdadera igualdad entre los hombres.

El desarme militar se ha convertido en el urgente mandato de nuestros tiempos, no digo esto porque yo comparo la ausencia de armas con la paz, o debido a que creo que poner fin a la carrera armamentística nuclear automáticamente garantiza la paz, o la eliminación de las cabezas nucleares de los arsenales del mundo traerá en su despertar un cambio en la actitud de las naciones y el cual es un requisito para la solución pacifica de los conflictos entre las naciones. Hoy, el desarme militar es importante, algo sencillo, debido a la inmensa capacidad destructiva de la que disponen los pueblos (...)

En el mes de Mayo, convoqué en Adiss Ababa, a una reunión de los jefes de Estados y gobiernos Africanos. En tres días, las treinta y dos naciones representadas en la Conferencia demostraron al mundo que cuando existe voluntad y la determinación, las naciones y pueblos de diferentes origenes pueden y trabajarán juntos en unidad, para alcanzar metas comunes, y la seguridad de esa igualdad y hermandad que tanto deseamos. 

Sobre el problema de la discriminación racial, la conferencia de Adiss Ababa enseñó, a aquellos que desean aprender esta lección adicional diciendo: Hasta que la filosofía que hace a una raza superior y a otra inferior sea definitiva y totalmente desacreditada y abandonada, Hasta que no existan ciudadanos de primera y segunda clase en una nación, Hasta que el color de la piel de un hombre no tenga mayor importancia que la del color de sus ojos, Hasta que los derechos humanos básicos no sean garantizados por igual a todos sin excepciones de razas, Hasta ese día, el sueño de paz duradera, la ciudadanía mundial y las leyes de la moralidad internacional seguirán siendo nada más que una ilusión efímera para pedir, pero nunca obtener. Y hasta que el vil e infeliz régimen que amenaza a nuestros hermanos en Angola, Mozambique, África del Sur... en una esclavitud inhumana, haya sido derrocado y destruido hasta sus cimientos, Hasta ese día el continente africano no conocerá la paz. Nosotros los africanos lucharemos si es necesario y sabemos que venceremos, porque estamos confiados en la victoria del bien sobre el mal.

Las Naciones Unidas han hecho mucho, tanto directa como indirectamente para acelerar la desaparición de la discriminación y opresión de la tierra. Sin la oportunidad para concentrar la opinión mundial en África y Asia que proporciona esta Organización, la meta, para muchos todavía podría encontrarse adelante, y la lucha habría tomado mucho mas tiempo. Por esto, estamos realmente agradecidos.

Pero se puede hacer mucho mas. Las raíces de la discriminación racial y el colonialismo han sido económicas, y es con armas económicas que esos males han sido y pueden ser vencidos. En cumplimiento de las resoluciones adoptadas en la Conferencia Cumbre de Adiss Ababa, los Estados africanos se han comprometido a tomar ciertas medidas en los campos económicos que, si son adoptados por todos los Estados-Miembros de las Naciones Unidas, pronto reducirán la intransigencia por la razón (...)

Si hemos de sobrevivir, esta Organización debe sobrevivir. Para sobrevivir, ésta debe ser fortalecida. Sus ejecutivos deben ser investidos con una mayor autoridad. Los medios para el cumplimiento de sus decisiones deben ser fortalecidos, y si estos no existen, deben ser creados. Se deben establecer procedimientos para proteger al pequeño y al débil cuando estos se encuentren amenazados por el fuerte y el poderoso. Todas las naciones que cumplen con las condiciones de la membresía deben ser admitidas y permitírseles sentarse en esta asamblea. Se debe asegurar la igualdad de representación en todos sus órganos. Las posibilidades que existen en las Naciones Unidas para proporcionar el medio ambiente el cual se pueda alimentar al hambriento, vestir al desnudo, instruir al ignorante, deben ser aprovechadas y explotadas para que la flor de la paz no sea mantenida por la pobreza y la necesidad.

Para alcanzar esto se requiere de valor y confianza. El valor, yo creo, lo tenemos. La confianza debe ser creada, y para crearla debemos actuar valientemente (...)

En 1936 cuando Yo hablé en Ginebra, no había antecedentes de un Jefe de Estado dirigiéndose a la Liga de Naciones. Tampoco soy el primero, ni seré el ultimo Jefe de Estado en dirigirse a las Naciones Unidas, pero solamente Yo me había dirigido tanto a la Liga y a esta Organización en esta capacidad.

Los problemas que confrontamos hoy igualmente, no tienen precedentes. No tienen contraparte en la experiencia humana. Los hombres buscan las paginas de la historia para dar soluciones, por precedentes, pero ninguno de ellos existen.

Esto, entonces, es el ultimo desafío. ¿Donde hemos de buscar nuestra supervivencia, por las respuestas a las preguntas que nunca antes han sido planteadas?

Primero, debemos mirar al Dios Todopoderoso, quien a colocado al hombre sobre los animales y lo ha dotado con inteligencia y razón. Debemos poner nuestra fe en Él, que Él no nos abandonará o nos permitirá destruir la humanidad que Él creo a su imagen y semejanza.

Debemos mirar dentro de nosotros mismos, dentro de la profundidad de nuestras almas. Debemos convertirnos en algo que nunca antes hemos sido y para lo cual nuestra educación y experiencia y ambiente nos ha preparado mal. Debemos ser mas grandes de los que hemos sido, mas valerosos, mas grande en espíritu, en apariencia. Debemos convertirnos en miembros de una nueva raza, venciendo los prejuicios triviales, debiendole nuestra ultima lealtad no a las naciones pero a nuestros compañeros los hombres dentro de la comunidad humana".


Su Majestad Imperial Emperador Haile Selassie I

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SAGRADO EMMANUEL I SELASSIE I JAH RASTAFARI

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