El Crimen de la Injusticia
por Marcus Mossiah Garvey
por Marcus Mossiah Garvey
(Escrito desde La Prisión de las Tumbas, 2 de agosto de 1923)
- No existe crimen como aquel de la injusticia, la causa que ultimadamente provocará la ruina del mundo.
Los hombres en todos los siglos han demostrado en contra de este mal, la responsabilidad por la que han ocurrido tantos cambios humanos. Cuando pensamos en la injusticia de Henry a Juan, sin mucha dificultad, hallamos la razón del segundo para practicar su venganza sobre el primero. Y así a través de los asuntos de la raza humana, podemos trazar la causa de la perpetuación de la venganza de uno sobre el otro.Pero el crimen no es trazable únicamente a individuos, sino que el crimen también es trazable a razas y a naciones. La historia del mundo mostrará que la mayoría, si no es que todas, de las diferencias entre las razas y naciones han sido causadas por la imposición de la injusticia de una raza o nación sobre otra.
En la vida familiar el hijo vengará la injuria cometida al padre por el vecino, y así continuamos a la tercera, cuarta y quinta generación. En la vida nacional las naciones libres y desarrolladas se vengan del crimen de la otra cuando estén lo suficientemente fuertes para hacerlo, como en el caso de Francia ahora vengándose de Alemania por la guerra de 1870, y así los alemanes vengándose del francés, o el francés vengándose del inglés, y el esclavo vengándose de su maestro.
Aquéllos quienes desean la paz del mundo y el asentamiento permanente de todos nuestros males humanos no lo deberían buscar solamente por conferencias políticas y económicas, sino primero por el establecimiento de justicia real a todos los hombres. ¡No la justicia que se base en las preferencias del individuo, raza o nación, sino justicia por causa de la justicia!
Existen pocos, si no es que ninguno de los pueblos del mundo quienes poseen y practican el verdadero sentido de justicia. Si se nos fuera permitido vernos tal como administramos justicia a otros, nos sorprenderíamos de darnos cuenta, si nos creemos Cristianos, que tan cerca nos acercamos al infierno en la exhibición de nuestras supuestas buenas virtudes.
El Mundo del Mal
El mundo está lleno de mal e injusticia, y a continuación cambiará nuestra vida y civilización más allá del reconocimiento presente. Pasaremos de Monarquismo, Republicanismo, Sovietismo, Dios sabe que más; todo por la oportunidad de conseguir "justicia". Pero, aunque el mundo cambie en sus sistemas políticos y sociales para satisfacer la justicia del hombre, nos hallaremos más y más lejos del ideal.
Si tomamos los sistemas políticos y sociales de Inglaterra nos encontraremos a la gente dividida en muchas clases, cada una luchando en contra de la otra, bajo la creencia de que el crimen de la injusticia se practica contra ellos; y así también Francia, Italia y América.
Como atestiguamos la batalla de injusticia entre las clases, así la tenemos entre las razas. Nadie contradecirá el hecho de que la injusticia de esta raza al japonés los hace rencorosos, impacientes y vengativos, y la misma injusticia al indio y al Negro ultimadamente los conducirá a una unión de espíritu que puede aún desarrollar una nueva civilización y un nuevo ideal.
Como Negros, nadie sufre de la imposición de la injusticia más que nosotros. Se practica contra nosotros en toda condición de vida - políticamente, socialmente, industrialmente, educacionalmente, comercialmente, judicialmente, incluso religiosamente.
Por trescientos años el Negro ha clamado en contra del crimen de la injusticia, y no está más cerca a ser escuchado hoy en su cuenta propia que cuando levantó primero su voz. En el orden general de las cosas el débil sufre más del crimen de la injusticia. El hombre fuerte será injusto al débil, y la nación fuerte de la misma manera oprimirá a la menos afortunada. En completa situación, parece, por lo tanto, pende en la fuerza desarrollada del individuo, raza o nación. Es la comprensión de esto lo que causa que la Asociación Universal para la Mejora del Negro predique la propaganda de "venir juntos" entre Negros.
Si debemos tener justicia, debemos ser fuertes; si debemos ser fuertes, debemos venir juntos; si debemos venir juntos, sólo podemos hacerlo a través del sistema de organización.
Cuando los Británicos se encontraban débiles y esparcidos, no recibían ninguna justicia. Cuando el francés estuvo débil y dividido, sufrió de la misma manera; pero con unidad, se desarrolló la fuerza, y con la fuerza vino la justicia racial y nacional. Cuando podamos juntar exitosamente la mayoría de los cuatrocientos millones de Negros del mundo, no tendremos únicamente justicia racial, colectiva e individual, sino también justicia nacional.
Lo mejor que podemos hacer es trabajar y orar por el aproximamiento de la hora cuando nosotros, también, nos convertiremos en un pueblo fuerte y unido capaz por nuestra fuerza de realización y carácter de demandar no simpatía sino justicia de todos los hombres, razas y naciones. No desperdiciemos el tiempo en suplicas jadeantes al fuerte mientras somos débiles, demandémosle nuestro tiempo, energía y esfuerzo a la acumulación de fuerza entre nosotros por lo que voluntariamente atraeremos la atención de otros.
Jack Johnson, Harry Wills y Firpo trajeron la atención de otros hombres a causa de que desarrollaron sus cuerpos y sus músculos para protegerse a sí mismos del ataque de sus rivales. Inglaterra, Francia, Italia, Japón y América atrajeron la atención de las otras naciones a causa de su poderosa fuerza militar y naval; y así el Negro únicamente puede arrestar la atención del resto de la humanidad en la búsqueda de la justicia, jugando imparcialmente, cuando podamos producir al mundo las "cosas reales" que hacen a los hombres sentir, si es que no pueden escuchar.
No puede existir argumento en contra de la adquisición del Negro de fuerza y poder. Esto es necesario, no sólo en nuestra vida racial sino también en nuestra vida nacional. Podemos ser un país - y gobierno - propio. Debemos causar nuestra propia impresión sobre un mundo de injusticia y convencer a los hombres por los mismos medios o métodos de razonamiento como otros lo hacen por su fuerza.
No Justicia Sino a la Fuerza
No te dejes engañar; no existe justicia sino fuerza. En otras palabras, en nuestra civilización material el poder es correcto, si debes ser escuchado y respetado tienes que acumular nacionalmente, en África, aquellos recursos que obligaran a los injustos a pensar dos veces antes de actuar. Nuestra consolación debe ser, sin embargo, que todas y cada una de las razas tendrán su día; y no existen dudas de que el día del Negro se está acercando. No podemos confiar en la fuerza anormal y el progreso de otros para creer que el mundo y la humanidad están fijados, pues en un abrir y cerrar de ojos toda la creación puede perecer, y los hombres, razas y naciones no ser más.
En un tiempo corto Pompey cayó, y en un tiempo más corto Alemania todavía fue aplastada más allá de la esperanza de resurrección inmediata, que decir de la antigua Roma y Grecia. Lo que le ha sucedido en el pasado a otras razas y naciones sucederá de nuevo, así que trabajemos y oremos, porque seguramente nuestro día de triunfo y autoridad para repartir justicia llegará y África puede aún enseñar los más elevados principios de justicia, amor y misericordia, sí, verdadera hermandad.
Algunos de nosotros nos volvemos a ver ebrios con nuestro poder y autoridad, y, en la plenitud de nuestro estrecho engreimiento, infligimos nuestra venganza sobre los otros bajo la apariencia de justicia. ¡Oh, cuan despiadado es el hombre! ¡Irresponsable en su engreimiento! ¡Vano en la realización de su poder! ¡Incluso vicioso al punto de la venganza! Mas nosotros nos gloriamos en el hecho que él es solamente hombre, y en el curso natural de la vida fenecerá, el infeliz, con injusticia escrita en su alma, como el perro, para no ser llorado ni lamentado, en el sentido espiritual más elevado; para ser otro sujeto del infierno, de la perdición y del polvo de donde ninguna grata memoria flota.
Algunos de nosotros pensamos que sólo vivimos en lo físico; ¿pero no somos realmente conscientes de una vida más elevada? Si existe, y si la hay, ¿entonces por qué morir como el perro? Por qué no morir como un Cristo, un Juan el Bautista, un San Agustín, un César, en la base de la estatua de Pompeyo, una Juana de Arco, con la leña alrededor de ella; un Robert Emmet, con su cabeza sobre el madero; un Terrence MacSwiney, en la cárcel de Mountjoy. ¡Oh, cuan honor y gloría le damos al hombre por el servicio que desinteresadamente da a su hermano! Con que disgusto maldecimos al infeliz que vive para sí, y para aquéllos de su especie alrededor de él; ¡sí, el que no tiene ningún conocimiento de la verdad cuya alma está llena con corrupción, cohecho e injusticia!
Negros, ¿no escogeremos entre el bien y el mal? ¿No imitaremos las vidas de aquellos hombres, razas y naciones que han prosperado por medio de la justicia? Seguramente lo haremos, porque al hacerlo así nos habremos quitado a nosotros mismos de la maldición de un mundo despiadado, pecador, e injusto para una nueva esfera temporal, donde los hombres vivirán en paz y morirán en la conciencia de una nueva resurrección. John Marcus I Selassie I Jah Rastafari.
Ya será el día de África, cuando una nueva luz rodeará la tierra, y los hombres negros alzaran sus manos a su Dios y Príncipes saldrán de nuestro país. Por eso no rendiremos nuestra esperanza, sino que lucharemos y resistiremos, hasta que aparezca el Ángel de Paz y Amor. Rey Emmanuel el 7mo Dios Adonay Jah Rastafari.
JUAN MARCOS I SELASSIE I JAH RASTAFARI
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